
Ángel Aguilar
Director de RRHH en Unión de Créditos Inmobiliarios (UCI)

Muchas organizaciones están dando pasos importantes a la hora de establecer marcos organizacionales y códigos de buenas prácticas que impulsen y mejoren el wellbeing de los empleados. Un método muy interesante y eficaz para diagnosticar de manera estandarizada y cuantitativa cuál es el sentimiento actual de la plantilla es la participación como compañía en rankings y certificaciones que miden si una empresa cuida a sus empleados y si estos alcanzan un nivel de confianza alto en sus entornos de trabajo, con sus compañeros y con sus líderes. Una de las certificaciones más prestigiosas en esta materia a nivel nacional e internacional es «Great Place to Work», reconocimiento que desde Unión de Créditos Inmobiliarios llevamos cinco años consecutivos renovando y que designa a las organizaciones que lo consiguen como Gran Lugar para Trabajar.
Hemos de tener en cuenta que todas las iniciativas llevadas a cabo en esta dirección por parte las empresas no solo benefician de forma destacada a los empleados, sino que también impulsan el éxito y la sostenibilidad de las organizaciones. Así, el bienestar en el lugar de trabajo es un pilar para mantener a la plantilla comprometida y en su máximo rendimiento. Implementar programas de bienestar puede abarcar desde ofrecer horarios flexibles, teletrabajo, acceso a servicios de salud mental y física, etcétera, hasta crear espacios de trabajo ergonómicos y seguros. Además, al garantizar que los empleados se sientan valorados, apoyados y reconocidos, las empresas refuerzan su compromiso con la calidad de vida de sus profesionales, lo que repercute positivamente en su moral y su motivación.
Un aspecto trascendente a la hora de invertir en el bienestar y orgullo empresarial es la promoción de la diversidad. Una plantilla diversa aporta perspectivas únicas que permiten a las empresas abordar problemas desde distintos ángulos y crear soluciones más efectivas. Además, la diversidad refuerza la capacidad de las organizaciones para comprender y satisfacer las necesidades de una base de clientes igualmente diversa.
Sin embargo, la diversidad no se limita a cumplir cuotas demográficas. Se trata de construir una cultura inclusiva donde todos los empleados, independientemente de su género, etnia, orientación sexual, edad o habilidades, se sientan valorados y escuchados. Para lograrlo, las empresas deben invertir en la implementación de políticas activas, como capacitaciones sobre sesgos inconscientes, mentorías y charlas para grupos subrepresentados y sistemas de reclutamiento equitativos.
En definitiva, la inversión en estrategias que promuevan el bienestar, la diversidad y la felicidad no solo mejora la experiencia de los empleados, sino que también generan un retorno significativo para las organizaciones que no se traslada únicamente en un mayor enamoramiento del talento, sino también en la mejora de otros parámetros como la mejora de la reputación corporativa, el aumento de la productividad de la plantilla o una innovación en constante movimiento.
Así pues, la apuesta por el desarrollo de planes estratégicos de wellbeing debe ser una estrategia empresarial para acercar el éxito empresarial a largo plazo. Las compañías que invierten en estos pilares no solo logran equipos más motivados y productivos, sino que también construyen una cultura que trasciende, generando impacto positivo en la sociedad y el mercado. En un mundo competitivo, aquellas organizaciones que priorizan a sus empleados como el recurso más valioso estarán mejor posicionadas para lograr sus metas.