La difusión, evolución y posterior democratización del coaching ha permitido dar respuesta a muchas necesidades de desarrollo que todos tenemos a lo largo de los diferentes momentos de nuestra vida. Por otra parte, cada vez son más los estudios científicos que ponen de manifiesto un secreto a voces: la gran necesidad que las personas tienen de cuidar su bienestar emocional,físico y/o psicológico.
Son muchas, sin embargo, las afirmaciones simplistas que encuentras cuando haces una búsqueda en internet o consultas la IA que señalan que las principales diferencias entre el coaching y la psicoterapia radican en estos cuatro elementos:
Cliente: Con problemas/enfermedades mentales vs sano
Objetivo: Identificación y resolución de trastornos vs desarrollo de habilidades, logro de objetivos
Mirada: Foco en el pasado vs foco en el presente/futuro
Metodología: Herramientas de psicoterapia vs técnicas de coaching
He de decir, como psicóloga clínica que soy, coach acreditada y supervisora de coaches, que no puedo estar en más desacuerdo con estas afirmaciones tan básicas y restrictivas.
Estas conclusiones son fruto de un gran desconocimiento de la gran variedad de filosofías, corrientes y paradigmas que la Psicología pone a disposición de sus pacientes/clientes, que marcan y definen la metodología de trabajo, el foco o la duración de la relación profesional que se establece.
Es importante que todos sepamos que la psicología aplicada interviene en múltiples campos en nuestra sociedad más allá de la clínica, como son el ámbito social, educativo, deportivo, jurídico, con colectivos desfavorecidos, en tráfico, política, etc. Es decir, hay intervenciones psicológicas que no siempre se llaman terapia, pero tienen el mismo objetivo, lograr que el cliente encuentre su felicidad, logre sus objetivos y satisfaga sus motivaciones y necesidades presentes y futuras.
Es por tanto una visión muy limitada pensar que un terapeuta mira solo al pasado y resuelve o que solo actúa ante trastornos mentales. Yo diría que la terapia ofrece pautas a sus clientes para que puedan actuar con autonomía tanto en su entorno como en nuevos ambientes, con todo tipo de interlocutores y en múltiples ámbitos de su vida. Esto es, que respondan satisfactoriamente a las demandas del mundo en que vivimos.
Similitudes y Límites
Una similitud que encuentro entre el coaching y la psicoterapia es el uso de herramientas basadas en evidencias científicas y en la práctica profesional. El refuerzo positivo, el control cognitivo, la observación de las respuestas emocionales, la visualización o el análisis de estímulos y conductas se usan tanto para tratar una fobia, como para abordar una conversación difícil con tu equipo.
Como psicóloga con orientación cognitivo-conductual, en mi práctica profesional he seguido el camino marcado por autores de renombre como Albert Ellis o Aaron Beck a la hora de identificar y modificar los pensamientos y emociones limitantes que mis clientes presentaban, con el objetivo de lograr un bienestar que, partiendo del presente, perdurara en el futuro.
No digo nada nuevo cuando afirmo que el coaching ha tomado muchos principios de la piscología y los ha adaptado a sus procesos. Por este motivo, me fue muy fácil aplicar los principios que venía utilizando en psicoterapia a la metodología que usamos para desmontar creencias o a los anclajes de la PNL con los que buscamos modificar emociones en coaching.
¿Pero qué pasa si el cliente de coaching cuenta que trabaja muchas horas en su nuevo puesto, no duerme bien, tiene problemas de apetito y siente vértigo porque no puede con todo? ¿Es el coach capaz de identificar cuando estos síntomas son peligrosos y ha de intervenir un psicólogo o un psiquiatra?
La mayoría de los coaches suelen responder que sí a esta pregunta, que saben cuándo han de derivar a su cliente a un especialista. Yo no lo tengo tan claro.
Es cierto que hay normas y conductas que vienen marcadas por los códigos éticos de los organismos acreditadores y las principales asociaciones de coaching. El código ético de EMCC, asociación a la que tengo el placer de pertenecer es muy claro a este respeto, así como el de ICF o el de la AC, por citar algunas asociaciones más. Todos dan indicaciones muy explícitas sobre la importancia de explicar al cliente las diferencias entre ambas disciplinas, los diversos roles, el servicio que se contrata y los motivos de derivación a un especialista. Los Psicólogos tenemos igualmente nuestro Código Deontológico. Sin desviarme mucho de la reflexión, aprovecho este momento, para animaros a que volváis a leer el código ético que habéis firmado cada uno, revisando estos aspectos que debatimos.
Solapamiento de intervenciones
Y volviendo al planteamiento central, una cosa es la teoría y otra la realidad de encontrarte con un cliente que no está diagnosticado, que no acude a terapia y sí busca la ayuda de un coach, bien por motivos profesionales o vitales. Alguien «completo» a nuestro entender como coaches, pero ¿qué pasa si en su discurso aparecen entrelazados síntomas de los descritos anteriormente, pensamientos o emociones intensas que interfieren en el resultado de su trabajo o en su vida cotidiana. Estos son los casos peligrosos, los que como coaches tenemos que evaluar con mucha atención, pedir segundas opiniones y llevarlos a supervisión. Cosa que sería importante que hiciéramos más frecuentemente.
Si seguimos avanzando en entender los elementos clave que tradicionalmente han marcado las diferencias entre coaching y psicoterapia, sin duda encontramos la distinción entre personas con y sin disfunciones conductuales o mentales. Pero ¿tenemos claro quien tiene disfunción y quien no?
Nuevamente más dudas y solapamiento de intervenciones, que no siempre están bien reguladas. Hay coaches que trabajan todos los días con problemas emocionales de clientes que hacen una mala gestión del estrés, de sus emociones o tienen una baja autoestima en su puesto de trabajo. Por otra parte, hay psicólogos que entrenan habilidades sociales como la asertividad, la negociación de conflictos o la ansiedad a la hora de hacer una presentación en público.
De nuevo surgen más preguntas. ¿Qué temas han de ser tratados en psicoterapia y cuáles por un coach? Las fronteras son cada día más difíciles de ver y en caso de verlas, ¿estamos capacitados para identificarlas? ¿Conocemos los límites éticos que las sustentan? ¿Qué sabemos de las consecuencias legales que podemos tener si las sobrepasamos y el cliente nos demanda? ¿Conocemos el impacto que tiene en la salud del cliente no recibir a tiempo la terapia debida? Y no menos importante, ¿sabemos cómo manejar la dependencia emocional del cliente?
Una fuente de aprendizaje consistiría en contar con el apoyo de una red multidisciplinar de especialistas y asesores legales que nos ilustraran, nos enseñaran y ayudaran a tomar decisiones cuando se nos presentan este tipo de situaciones. Puede que haya que derivar o puede que haya que establecer sinergias y colaborar con nuestro colega para acompañar al mismo cliente/paciente.
No está de más recordar a todos, psicólogos y coaches que es necesario contar con seguro de responsabilidad civil acorde a nuestro trabajo y responsabilidad.
Datos de salud Mental en España
Un estudio reciente de Axa y el Consejo General de la Psicología de España sobre Salud y Bienestar Mental, hecho en Europa en 16 países y con 16.000 entrevistados, ofrece estos datos: «el 34% de los encuestados en España reconoce que actualmente tiene algún problema de salud mental, y que este dato ha empeorado en el 2024 ya que en el 2022 era del 26% y en 2021 del 28%». Además «un 16% de la población en España reconoce tener ansiedad, fobia o estrés postraumático, y un 17% declara tener depresión, una de las tasas más altas de Europa».
Por citar otra fuente, según el Informe Anual del Sistema Nacional de Salud del 2023, del Ministerio de Sanidad, «El 34% de la población padece algún problema de salud mental, afección que supera el 40% en la población de 50 y más años y el 50% en los de 85 y más».
Con estos datos cabe pensar que muchos de los clientes que acuden al coaching pueden no estar diagnosticados, no recibir terapia, haberla abandonado o estar en medio de un proceso de psicoterapia.
La necesidad de lograr el bienestar lleva a las personas a buscar un servicio de apoyo que logre dar respuesta a la mayoría de sus necesidades, aunque como consumidor, no siempre sabe elegir quien puede darle el mejor servicio que necesita.
Toma de Decisiones
Son por tanto nuestro compromiso profesional, nuestra responsabilidad ética y la formación y cualificación que tengamos, los elementos que nos ayudarán a marcar los límites, actuar con rigor, honestidad y transparencia con nuestros clientes a la hora de establecer los acuerdos de acompañamiento.
Además, sería interesante que los organismos oficiales pertinentes lograran establecer una legislación y regulación clara en nuestras profesiones, cosa que hasta ahora no tenemos.
Para facilitar la reflexión del lector, enumero algunos de los elementos que yo uso en mi práctica profesional para identificar cuándo tengo que derivar a mis clientes de coaching a terapia:
Tabla 1: Elementos-Alarma
Síntomas físicos | Cambios en los hábitos de sueño y/o, alimentación, alteraciones cardiovasculares, molestias digestivas, cefaleas, dolores, etc. |
Pensamientos que afectan al estado de ánimo | Sentimientos de tristeza, ira, depresión, ansiedad, estrés. |
Pérdida repentina de interés | En realizar actividades con las que antes se disfrutaba. |
Situaciones traumáticas o abusos | Estrés post traumático. |
Conductas lesivas | Cuando hay riesgo de daño para el cliente o para otros. |
Abuso de sustancias | Fármacos, drogas, alcohol, etc. |
Dificultad emocional | Problemas para realizar las cosas que antes hacía cotidianamente. |
Aislamiento social | Dificultades para mantener relaciones sociales saludables. |
No evoluciona | No avanza en el proceso de acompañamiento. |
Por último, quiero compartir un esquema que puede ser útil a la hora de concretar los pasos a seguir en el proceso de derivación de un cliente:
Tabla 2. Proceso de Derivación a Especialista
1 | Evaluar detenidamente la situación y ver si está dentro de mis competencias. |
2 | Reconocer nuestras limitaciones formativas y/o de experiencia. |
3 | Consultar a expertos que puedan diagnosticar y en caso necesario a nuestros asesores legales. |
4 | Asegurar en todas mis acciones la confidencialidad del cliente. |
5 | Ser honesto con uno mismo y con el cliente a la hora de informar y explicar nuestras conclusiones. |
6 | Recomendar al cliente, si está dentro de nuestras posibilidades a otros profesionales que puedan ayudarle. |
7 | Obtener el consentimiento del cliente antes de la derivación. |
8 | Acompañar al cliente en el tránsito. |
9 | En los casos en los que colaboren varios profesionales, acordar con el cliente las áreas en las que trabaja cada uno. |
10 | Priorizar siempre el bienestar del cliente. |
Me gustaría que este artículo sirviera para reflexionar, evitar errores futuros por desconocimiento e invitara al lector a comprender mejor los límites entre el coaching y la psicoterapia, así como el impacto de sobrepasarlos.
Bibliografía