
Desde pequeña he escuchado aquello de «somos lo que comemos», ¡qué gran verdad! es aplicable tanto a nivel metafórico como literal porque nos acabamos convirtiendo en aquello que consumimos (física, mental y emocionalmente) y como bien sabes, no sólo de pan vive el hombre... Hablando de pan, os voy a contar una curiosa anécdota que me sucedió hoy con una rebanada de mi pan favorito, de trigo y espelta. Siempre me ha gustado quitarle los bordes a las rebanadas y hoy, al desprender al pan de sus límites, probé la tostada y me la quede mirando, ¿sería posible?, el pan había adoptado la forma de mapa de España. Continué contemplándolo durante unos segundos, con ganas incluso de hacerle una foto para titularla: «cuando la comida quiere decirte algo», pero preferí interiorizar la reflexión mentalmente para disfrutar del momento presente...
EL MENSAJE DE LA REBANADA
Teniendo en cuenta las actuales circunstancias, pensé que quizás el mensaje de esa rebanada con forma de España era que nuestro país nutre, que tiene la capacidad de aportar a pesar de la adversidad, que cada uno de nosotros nos alimentamos de él y a su vez, cada uno de nosotros tenemos la magnífica responsabilidad de moldear nuestro país, de darle forma. Un país se define por el carácter de sus ciudadanos, esos mismos ciudadanos que crean un alma viva, una cultura colectiva, evolucionada y enriquecida desde las leyes, los usos y las costumbres que han sido linterna y lumbre en nuestra tierra desde hace generaciones.
Poco a poco me comí la rebanada al completo y, además de ir sintiendo mi estómago repleto, no pude evitar extrapolar ese sentimiento a la interiorización de una idiosincrasia social y humana, que también llena y te insufla ganas, incluso cuando estamos pasando por una época en la que, precisamente, las vacas no están sanas.
En los actuales momentos, es imprescindible mirar con especial detenimiento la forma del pan, y ya no me refiero a la figura de tu rebanada sino a la forma de aquello con lo que llenas tu ánimo y tu entendimiento después de tantos días de aislamiento...
Siempre es importante mantener la moral alta (la individual y la colectiva) y, especialmente, cuando la dificultad salta. El mantenimiento de esa moral dependerá de tu «alimentación» habitual (tangible e intangible) pues, según con lo que te llenes, harás un tipo de digestión u otra, estarás preparado para entrar a la acción o, por el contrario, necesitarás un buen «siestón» y ya se sabe, camarón que se duerme...
Para que no se te lleve la corriente, ahora y siempre, llena tu mente y tu corazón de ideas inteligentes, sin duda, la simiente del buen criterio, imprescindible para saber qué es aquello digno de tomarse en serio evitando que quedes ebrio de falsedades y sin sentidos, de todas aquellas cosas que entran con facilidad pero que, difícilmente, te habrán nutrido.
Ya lo sabes, si para mañana no tienes plan, plantéate seriamente cual es la forma de tu pan.