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No acortaremos la brecha salarial sin...

No acortaremos la brecha salarial sin contar con ellas en la industria

Nilsen De La Cuesta, Astrid

Capital Humano, Nº 388, Sección Conciliación y diversidad / Tribuna, Julio 2023, CISS

Portada

Astrid Nilsen

Directora europea de Talento y Comunicación Interna en Nippon Gases

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Cuando terminé la licenciatura de Traducción e Interpretación estudié un Máster en Interpretación de Conferencias con el objetivo de dedicarme a la traducción simultánea, sin poder siquiera imaginarme entonces que mi carrera se decantaría por RRHH. Durante nuestras prácticas en aula nos encerrábamos breves minutos en cabinas para jugar a ser intérpretes, aspirando a imitar a los profesores con su perfecto inglés. Una de ellas era famosa incluso antes de venir a nuestras clases y todos ansiábamos verla actuar en directo como si se tratara de una artista. Era una intérprete más allá de la cincuentena que mientras realizaba la traducción simultánea de inglés a español y viceversa leía el periódico. Otras profesoras que tuvimos, con una extensísima experiencia, hacían ganchillo. Pero ella era la reina; no hacía una tarea manual mientras interpretaba, ella leía el periódico. Ponía una parte de su cerebro en piloto automático para interpretar y dedicaba la otra a una actividad intelectual. No necesitaba siquiera apuntar las cifras que se colaban en las ponencias para complicar la traducción, como hacíamos el resto de aspirantes a profesionales: ella leía el periódico.

Como digo, la esperábamos como cualquier fan aguarda a Rosalía en las puertas del concierto, pero cuando ella hizo su aparición en clase nos miró con un aire de desdén. Sin cortarse en absoluto, sin siquiera decirlo por lo bajini, comentó «una clase de solo mujeres, otra vez». Me imagino que el único hombre de la sala se sintió ignorado. ¿Por qué la habíamos decepcionado tanto las mujeres? No creo que ninguna de nosotras nos atreviéramos a preguntar el motivo. Me imagino, y aquí mi recuerdo es vago, que ella misma se explicó sin que se lo pidiéramos. «Cuando empecé a trabajar, la traducción simultánea era un mundo de hombres. En cuanto se incorporaron más mujeres se abarataron las tarifas. Cuando una profesión se feminiza bajan los salarios».

Tenía entonces veintidós años; qué entendí de ese comentario en aquel momento, nada. Pero lo registré en mi memoria y últimamente me asalta su recuerdo.

LA BRECHA SALARIAL

¿Tenía razón la reina de la interpretación? Hay varios estudios que así lo aseguran también, sin ser capaces de encontrar una causa objetiva. Sí puedo traer datos objetivos en otros aspectos, como que la brecha salarial en España es del 28%. El mismo se calcula en base a lo que cobran las mujeres y los hombres, sin detenerse en otras características como puesto, antigüedad o formación.

Para atacarlo hay una batería de acciones. Las empresas están aún digiriendo cómo van a implantar la nueva directiva de transparencia salarial de la Unión Europea; cuando se hizo la última subida del salario mínimo interprofesional se enfatizó que ayudaría también a reducir la brecha salarial, ya que a más mujeres les pagan lo mínimo exigido por ley; y conocemos también el empuje por aumentar la paridad en los órganos de decisión.

Considero éstas y otras medidas muy necesarias para seguir reduciendo la brecha salarial, pero a mis ojos son aún insuficientes. Es más, valoro como imposible lograr la igualdad solo con estos esfuerzos.

SECTORES CON ALTA REMUNERACIÓN

Echemos un ojo ahora a otro tipo de datos objetivos dentro de esta línea de conversación. Según un estudio de Bankinter, los tres sectores con mayor remuneración en nuestro país son informática y telecomunicaciones; administración pública, ingenierías y técnicas. Si nos vamos a otros estudios sobre grados universitarios con mayores salarios, nos volvemos a encontrar con los de ingenierías y los relacionados con la informática.

Dejando fuera de la ecuación a la administración pública, tanto el sector industrial —que conozco bien y en el que me centraré— como el informático suponen grados, sectores y profesiones con escasa presencia femenina. En el caso de las ingenierías, destacan también por ser grados que año tras año pierden estudiantes entre sus aulas. No solo cae el número total de personas, también el porcentaje de mujeres que eligen estas especialidades. Curiosamente, no sucede lo mismo en países con menor desarrollo económico e incluso mayor discriminación hacia la mujer. Una de las explicaciones es que las que acceden a estudios superiores en estos países buscan opciones con salidas profesionales garantizadas. En España, de hecho, en 1990 cursaban la carrera de matemáticas más mujeres que hombres. A día de hoy apenas representan el 35% en las aulas y su presencia va en declive. Valgan estos dos datos para que la conversación no caiga en tópicos absurdos, que aun se oyen, de que las ciencias no interesan al colectivo femenino.

El debate, ciertamente, suele centrarse en qué falta a las mujeres para sentirse atraídas hacia el sector industrial: carencia de referentes, desconocimiento del propósito de estas profesiones, ausencia de interés… Podemos girar el enfoque hacia qué le falta a la industria para atraer no solo a mujeres, sino también a jóvenes ya que cada vez menos se decantan por ingenierías cuando ofrecen salidas profesionales garantizadas, estables y de alta remuneración.

Decía antes que la batería de acciones para reducir la brecha salarial no es suficiente. Y no lo será mientras las mujeres sigan sin tener una fuerte presencia en los sectores con mayor remuneración. Teniendo en cuenta que son sectores con escasez de talento, ¿a qué esperamos para llevar a cabo iniciativas atrevidas, con gran dosis de autocrítica, que nos permitan atacar la discriminación de género, la alta temporalidad laboral y la falta de innovación?

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