
Dice Samuel Pimentel que "el liderazgo, la capacidad de trabajo en equipo, la orientación a resultados y el sentido común" es lo que más valora en la selección de ejecutivos. Acaba de publicar "El Headhunter" con Lid Editorial, un libro en el que recoge su experiencia como emprendedor a través de la historia de Ackermann, la consultora internacional especializada en servicios globales de Recursos Humanos de la que es cofundador, y que acaba de cumplir quince años. Con un tono entretenido, pero honesto, por sus páginas pasan destacadas personalidades del ámbito empresarial y político, como Antonio Monago, expresidente de la Junta de Extremadura, o Juan Carlos Pérez Espinosa, presidente de DCH, la Organización Internacional de Directivos de Capital Humano, que ayudan a comprender la trayectoria vital y profesional de este headhunter. A propósito de la publicación del libro, Capital Humano conversa con él.
Pregunta (P).- Dice que el libro no pretende ser un manual de emprendimiento, sino que aspira a dejar una serie de consejos para quien comienza a emprender. ¿Cuál es el más valioso que le han dado?
Respuesta (R).- Valoro mucho los consejos que recibido y me resulta difícil quedarme con uno, pero tal vez te diría que nunca dejes de soñar. La vida, y sobre todo la vida empresarial, no es fácil. Todo emprendedor requiere de grandes dosis de optimismo y pragmatismo, y hasta un punto de locura, pero, por encima de todo ello, lo más importante que ha de tener es un objetivo. Soñar con ese objetivo es lo que le va a mantener vivo y le hará triunfar. Por eso, para mí es muy importante tener sueños y objetivos y perseguirlos.
P.- Ackermann, la consultora internacional especializada en Executive Search que preside, ha cumplido 15 años. Juan Antonio Monago, expresidente de la Junta de Extremadura, recuerda en el libro cómo usted le contó su puesta en marcha. Y Ramón Mesonero, socio del bufete Ceca Magán Abogados, define la compañía como "idea , genialidad y talento". ¿Cuáles han sido las luces y las sombras de estos años?
R.- La respuesta a esta pregunta casi que daría para otro libro (ríe). El mayor logro es haber conseguido que Ackermann cumpla 15 años en un mercado que no es el más fácil del mundo para emprender, pues has de conseguir hacerte tu hueco entre grandes firmas internacionales con largas y sólidas trayectorias, y haber sido capaces de convertir Ackermann en una de ellas, en una multinacional con presencia en 36 oficinas en cuatro continentes y, sobre todo, con un equipo motivado que comparte un objetivo común… Por supuesto, 15 años de historia dan para mucho, muchas alegrías y también otros momentos no tan alegres. Prefiero referirme a ellos como momentos de tensión, más que como sombras. Siempre se producen imprevistos, hay que afrontar dificultades, situaciones que no salen como se esperaba... pero quizá lo más duro de todo son las decepciones personales que te llevas cuando te encuentras con profesionales que no dan la talla. En el libro he tratado de ser muy sincero y honesto con este tipo de situaciones, porque creo que no solo ayuda contar lo que sale bien sino también lo que no sale tan bien.
P.- Una de las guerras culturales que vivimos es la de los privilegios. Usted relata en el libro una infancia feliz en una familia acomodada de Badajoz, con un padre que hablaba hasta seis idiomas y una madre a la que comenzaba a irle bien con los negocios. ¿Ha influido su origen social en su éxito profesional?
R.- Como explico en el libro, mi familia era esa clase media acomodada, pero de provincias. En Madrid, que es otra liga, esa clase media de provincias pasa a ser clase humilde. Afortunadamente mis padres eran unos trabajadores y siempre me inculcaron la meritocracia. La cultura, la educación y el absoluto apoyo para formarme por parte de mis padres ha sido mi gran suerte y lo que más ha influido en mí y en mi trayectoria.
P.- En el libro hace un repaso por la evolución histórica de la figura del headhunter, remontándose a los años 60 y analizando los tiempos en los que El País o ABC cobraban 6.000 euros por un a anuncio en prensa. ¿La inteligencia artificial (IA) que se está desarrollando afectará al sector? ¿Cuál es su pronóstico para los próximos cinco años?
R.- La IA afectará y cambiará todos los sectores; ninguno va a permanecer al margen de esta revolución tecnológica. Mi opinión es que la IA impactará en mayor medida en labores rutinarias. En el caso de nuestro sector, yo diría que nuestra actividad se asemeja mucho a la artesanía y, como tal, hay partes de ella, las fundamentales, que va a ser difícil que sean sustituidas por la IA, al menos en el horizonte de cinco años que mencionas.
No quiero decir con esto que no conciba la introducción de la IA en ella. Nos ayudará, y mucho, en nuestro trabajo, aportándonos información de sectores y empresas; ayudándonos a hacer análisis, a medir y hacer proyecciones; y liberándonos de tareas más rutinarias. En definitiva, va a mejorar la eficiencia del proceso, pero me cuesta creer que esté preparada para sustituir el toque humano que aporta el headhunter y que no deja de ser lo que realmente aporta valor diferencial: esa capacidad de generar confianza y construir relaciones. Nuestro trabajo no consiste únicamente en evaluar candidatos, no es un proceso estándar de intermediación o gestión de oferta y demanda, sino que tiene una parte muy importante de asesoramiento y acompañamiento. Generamos vínculos entre empresas y candidatos, y llegar a esa conexión entre ellos requiere mucha individualización y mucha intervención humana. Por eso digo que nuestro trabajo tiene mucho de artesanía.
Sinceramente, me cuesta imaginar a corto plazo a un directivo dejando la decisión de un cambio profesional en manos 100% de una máquina o a una empresa que consiga contratar a un profesional sólo con el trabajo de una máquina, sin que haya interacción humana entre medias. Pero lo digo con toda la humildad. Quién sabe qué nos deparará el futuro...Me confieso un apasionado del momento que nos ha tocado vivir y de todo lo que está por venir.

P.- Actualmente, una de las grandes polémicas entre headhunters y empresas deriva de los honorarios de los headhunters. Hasta la llegada de las compañías que empezaron a trabajar a éxito, era habitual que estos profesionales percibieran el 33% del salario bruto anual, fijo y variable, del candidato seleccionado. ¿Qué opinión le merecen las compañías que van a éxito?
R.- Son dos modelos muy diferentes y, aunque se suele utilizar el mismo nombre genérico para englobar a ambos, trabajamos en dos ligas diferentes y el servicio que prestamos no es comparable. El modelo a éxito funciona más en el segmento de middle management, y es también más habitual encontrarlo en mercados maduros como los sajones. El segmento de alta dirección funciona con el modelo de contrato. Son procesos que requieren mucha seniority. No todos los consultores pueden llevar a cabo procesos de este nivel. El servicio que se ofrece en firmas como la nuestra asegura consultores con esa seniority, un riguroso proceso y completo trabajo de análisis, consultoría y asesoría, un exquisito trato a los candidatos... Todo ello, bajo el modelo a éxito, no se puede cubrir. Por eso digo que no son modelos comparables desde el punto de vista del servicio que se ofrece.
P.- En el libro habla de su experiencia en Alexandermann España. ¿Qué defecto no se debería permitir nunca un directivo a la hora de ser "cazado" por usted?
R.- La mentira y las malas praxis. Si hablamos de un proceso de selección, la mentira es un pésimo compañero para cualquier candidato, y nunca le conduce a buen puerto, y las malas praxis y la falta de ética profesional son estigmas que lastran la carrera de un directivo.
P.- A contrario sensu, ¿qué requisitos debe cumplir un ejecutivo para llamar su atención?
R.- Lo que yo valoro es el liderazgo, la capacidad de trabajo en equipo, la orientación a resultados y el sentido común. Otra cualidad que me encanta es el sentido del humor porque todo es más fácil con una risa. Y algo que se presupone, pero que no se debe dar por sentado, por obvio que resulte decirlo, es el esfuerzo y la capacidad de trabajo.
P.- En un mercado global de talento como el actual, ¿cuál es el mayor atractivo de los ejecutivos españoles?
R.- Hay una cualidad que resulta muy atractiva y es la flexibilidad y apertura mental. Hay culturas más rígidas, donde todo tiene que seguir un orden establecido, mientras que la mentalidad española destaca por esa flexibilidad y creatividad, y en un mundo tan imprevisible como el actual, es algo muy valorado. En general, diría, además, que destacamos en compromiso y lealtad, calidad de liderazgo, capacidad de desarrollar relaciones y ser inclusivos.
P.- Volviendo al inicio de la entrevista, y a la última parte del libro, en la que relata la "gran apuesta de la báscula" (un desafío entre los profesionales de Ackermann para bajar de peso de forma motivadora), ¿qué consejo le daría a todas aquellas personas que están emprendiendo?
R.- Que disfruten el camino. La vida del emprendedor es difícil, hay muchísimas trabas, problemas, pero el camino es, a su vez, excitante y está lleno de aprendizajes. Si se consigue disfrutar de cada momento y etapa, el riesgo de caer en la tentación de abandonarlo se reducirá enormemente.