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Retos de presente y de futuro para combatir el edadismo en el mercado laboral

Redacción de Capital Humano

Capital Humano, Nº 396, Sección Conciliación y diversidad / Artículos, Abril 2024, CISS

Un reciente informe de la Organización Mundial de la Salud señala que el 64% del talento senior en España se siente discriminado por el hecho de serlo, y el 60% de personas de más de 45 años que buscan empleo en España son parados de larga duración. Un hecho paradójico teniendo en cuenta que la media de edad de la fuerza laboral de nuestro país alcanza los 43 años y en sólo dos más llegará a los 50. ¿Cómo es posible que, pese a su peso creciente en el mercado laboral, el talento sénior tiene infinidad de obstáculos para acceder a puestos de trabajo de calidad? ¿Por qué si, además, cuando se trata de mujeres, esta discriminación se intensifica? En este artículo, explicamos sucintamente cómo luchar contra el edadismo en el seno de las organizaciones e instituciones.

Portada

Fernando Calvo

Director de People & Culture de Hays en el Sur de Europa

España encara un gran desafío demográfico derivado del envejecimiento de una población con una esperanza cada vez mayor de vida y una tasa de natalidad que se va moderando. Este proceso afecta, como no podía ser de otra manera, al mercado laboral.

Según vemos en los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), uno de cada cinco españoles tiene al menos 65 años. Y, al mismo tiempo que la población de más de 64 años creció en un 2,1% en 2023, la de menores de 16 años se redujo en un 0,6%. Pero si el envejecimiento poblacional ha ido creciendo de forma imparable en el transcurso de las últimas décadas, en 2030 se espera que el reto demográfico crezca de forma exponencial, cuando la generación de los baby boomers alcance la edad de jubilación.

Este efecto llevará, según proyecciones del INE, a que en 2050 España sea el cuarto país más envejecido de la Unión Europea con alrededor de 16 millones de personas mayores de 64 años. Se trata de casi un tercio de la población estimada, frente a los 9 millones actuales. Y, por cada persona en esta franja habrá sólo 1,7 en edad de trabajar. Hoy, ya estamos en 3,4.

Cronificación del desempleo por razón de edad

En España, la población entre 20 y 65 años asciende a cerca de 29 millones de personas (datos INE), pero de éstas, casi la mitad tienen entre 45 y 65 años. En concreto, hay algo más de 14,3 millones de españoles en edad de trabajar, pero con un elevado índice de discriminación por el hecho de que esta edad sea sénior. De hecho, un reciente informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), según el cual el 64% del talento senior en España se siente discriminado por el hecho de serlo, y el 60% de personas de más de 45 que buscan empleo en España son parados de larga duración, 13 puntos porcentuales por encima de la media que demuestran que aquí sufrimos un problema de cronificación del desempleo por razón de edad. Un caso evidente de edadismo aplicado al mundo del trabajo.

Un hecho paradójico, teniendo en cuenta que la media de edad de la fuerza laboral de nuestro país alcanza los 43 años y en sólo dos más llegará a los 50. ¿Cómo es posible que, pese a su peso creciente en el mercado laboral, el talento sénior tiene infinidad de obstáculos para acceder a puestos de trabajo de calidad? ¿Por qué si, además, cuando se trata de mujeres, esta discriminación se intensifica?

La cuestión es que, según datos recientes del Centro de Investigación Ageingnomics de la Fundación Mapfre, España es, junto con Italia, el país de la Unión Europea que adolece de un mayor índice de desempleo de personas a partir de los 55 años.

Falsos mitos y percepciones estereotipadas

Algunos falsos mitos que fundamentan la reticencia a la hora de seleccionar talentos séniores son la menor adaptabilidad (por ejemplo, a dinámicas y herramientas tecnológicas que no habían sido ni pensadas cuando entraron en el mercado laboral), menor productividad y una menor disposición a aprender nuevas habilidades y metodologías. En el caso de las mujeres, penaliza el retorno al ámbito laboral tras largos períodos centradas en el cuidado de los hijos. Como si, por este motivo, no tuviesen derecho a volver a poner su talento y ganas de crecer y seguir madurando profesionalmente al servicio del ruedo laboral.

Todo eso responde a una percepción estereotipada, que mezcla edad con otras cualidades intrínsecas de cada persona y que nada tienen que ver con el número que pone en nuestro carnet de identidad. Edadismo en estado puro.

Aun así, éste determina una mayor discriminación para acceder a procesos de contratación, o para la conservación de puestos de trabajo. Un menor acceso a oportunidades de desarrollo y una habitual falta de adaptación de los puestos de trabajo en términos de seguridad y salud laboral. Y un índice bajo de programas de upskilling y reskilling, formación y reciclaje para ayudar a que los trabajadores de más edad puedan adaptarse a los cambios y seguir desenvolviendo su talento sobre nuevos tableros de juego.

En este sentido, destacan iniciativas loables como la de la Comunidad de Madrid, que ha lanzado un programa por el que va a incentivar, con una inversión de casi 18 millones de euros en subvenciones, a las empresas de la comunidad para la inclusión de profesionales sénior en su mercado laboral. Pero, por muchos aplausos de las que sea acreedoras, este tipo de propuestas deberían acompañarse de otras soluciones para generar una mayor amplitud de escenarios que favorecieran el talento sénior.

Repensar la transición laboral

La presión es en este caso doble, porque a esa barrera discriminatoria a la hora de acceder o de mantenerse en un puesto laboral a partir de una cierta edad, se suma la presión de cobrar una buena jubilación. Para calcular la pensión que corresponde a un trabajador, el IMSS toma en cuenta las últimas 250 semanas que ha cotizado, de modo que esos cerca de cuatro últimos años son los que van a determinar la cuantía que una persona va a percibir una vez retirada del mercado laboral.

Este criterio genera una barrera a opciones alternativas de conservar y asumir el talento sénior en las empresas españolas, y explica la ausencia de programas de transición laboral.

Organizaciones de otros países ofrecen programas de trabajo adecuados para los trabajadores mayores que deseen reducir su jornada laboral o ir jubilándose gradualmente. De esta forma se harmoniza su salida de la organización, se fomenta la mentoría a los más jóvenes y el intercambio de conocimiento, así como el hecho de poder contar con el aporte de trabajadores experimentados y con gran conocimiento de sus oficios y profesiones.

Es importante no dar la espalda a un número cada vez creciente de trabajadores, de talentos, de personas capaces y deseosas de aportar y generar valor en las organizaciones. Par que eso sea posible, es importante que todos pongan de su parte: tanto las empresas como los actores institucionales que comprendan los nuevos escenarios de un mercado laboral marcado por grandes cambios sociales, metodológicos y tecnológicos. En este sentido, luchar contra el edadismo en el mercado laboral es cosa de todos.

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