De la idea del agotamiento del liderazgo jerárquico nace Lo que un buen líder no debe delegar, de Salvador Alva. Se trata de un libro que desafía las creencias que desembocaron en la creación de empresas organizadas por silos. Editado por Lid Editorial, esta obra es para quienes buscan reinventar su liderazgo. «Es para quienes ven en el liderazgo la oportunidad de servir e inspirar y, sobre todo, que desean crear una cultura que transforme a los empleados en emprendedores, a los jefes en líderes y donde el foco esté en el cliente para evolucionar a una empresa rápida y muy innovadora», comenta el autor. Capital Humano conversa con él a propósito de su lanzamiento.
Comienza el libro hablando de la crisis del liderazgo, que, según argumenta, es el mayor reto del mundo. ¿Por qué cree que faltan líderes?
Desde la invención de internet, la velocidad del cambio es exponencial y los liderazgos jerárquicos están demostrando incapacidad para transformar y crear organizaciones ágiles que respondan a la magnitud del cambio. Un buen líder es un gran inspirador que nos invita a abrir nuestro espíritu para imaginar cómo ir a otro lugar y soñar que eso es posible.
¿El líder nace o se hace?
El liderazgo se aprende y muestra de ello es que abundan jefes que, a través de los últimos 300 años, han visto y aprendido que esta es la forma de gestionar. Tienen el privilegio de mando, generalmente inspiran temor, requieren empleados y las decisiones las toman ellos y, por lo tanto, son empresas lentas, costosas, burocráticas y en las que es difícil que la gente esté motivada y comprometida. Por el contrario, los líderes ponen al cliente como el único jefe de la empresa y tienen el privilegio de servir a los demás, inspiran confianza. También requieren emprendedores con mentalidad de dueños, donde colectivamente todos toman las decisiones, y dirigen organizaciones ágiles, esbeltas, por procesos orientados al cliente, en continua transformación y cambio. Y, desde luego, crean un gran valor económico y social.
En un momento como el actual, marcado por la dirección algorítmica del trabajo, donde la IA está desplazando a los managers o mandos intermedios o, si se prefiere, en el que los CEO cada vez delegan más funciones en la IA, ¿qué es lo que un líder no debería delegar?
La función principal de un líder es proteger el futuro y crear valor. Gran parte de su tiempo debe dedicarla a tres cosas: anticipar el futuro, es decir, ver oportunidades, viajar, observar, mitigar riesgos, evaluar alianzas e, inclusive, el momento de vender o fusionar una empresa; atraer y desarrollar talento, formando más líderes, creando una organización esbelta, orientada a los procesos de los clientes, con células de actuación autónoma y empoderadas, y modelar la cultura que, sin duda, es la parte más compleja porque es la huella digital que distingue a las empresas más valiosas e innovadoras del mundo. Esta parte es la más compleja porque implica vivir en valores y pasar de una mentalidad de subordinados a emprendedores dueños, de jefes a líderes, en donde el único jefe es y será el cliente, pasando de una toma de decisiones donde el único que decidía era el jefe a una con equipos empoderados para decidir.
Se refería antes al liderazgo jerárquico. ¿A qué riesgos se enfrentan las compañías en las que el liderazgo recae en unos pocos individuos en lugar de ser compartido?
Las empresas en el futuro se dividirán entre las vivas y las muertas. Hace 50 años una empresa vivía en promedio 45 años y hoy lo hace menos de 15 años. Los líderes de las empresas más importantes del mundo mantienen su puesto cinco años en promedio y muchos son despedidos. Poco se habla de esto porque no se entiende la causa raíz o no sabemos cómo resolverlo
Defiende que la innovación es mucho más que crear nuevos productos o servicios, por ejemplo, permitir que los empleados definan normas o políticas sobre gastos menores o que califiquen a sus jefes. En plena batalla por el talento, ¿qué políticas destacaría para atraer y desarrollar a los mejores profesionales?
Sin duda, los retos de todas las empresas son cambiar más rápido que lo que lo hace el mundo exterior, innovar, que debe ser el trabajo de todos, todos los días, y lograr que la gente se apasione y sea creativa.
Pero para todo ello se requiere revisar la cultura y atreverse a desafiar cambios en muchos temas como los valores, normas y lenguaje; poder, estatus y títulos de puestos; códigos de comportamiento y vestimenta; métricas y recompensas; diseño del trabajo y tecnología; políticas y protocolos de diversidad e inclusión; espacios físicos y ornamentación; horarios rígidos y flexibles, etc.
¿Qué debe fomentar un líder para conectar la cultura, el propósito y la estrategia?
Desgraciadamente, una transformación es complicada porque requiere tener claridad de una visión y propósito o se genera confusión. También talento con las habilidades para el reto o se genera gran ansiedad; una organización esbelta y alineada a procesos del cliente o se genera conflicto; estrategias y recursos o se genera frustración, y, por último, tener la cultura y los incentivos alineados con la creación de valor o se darán pasos en falso. Si todos los ingredientes no están alineados no se genera una verdadera transformación.
Para finalizar, ¿a qué líder admira? ¿Cuál es la empresa que más le inspira?
Sin duda, Apple. Desde 1997, la revista Fortune publica anualmente un estudio de las empresas admiradas y los últimos 15 años Apple ha ocupado el sitio número 1. Es una de las empresas más valiosas del mundo y opera desde Cupertino, una ciudad de menos de 100.000 habitantes. El valor de esta empresa se explica solamente el 2% por su valor de patrimonio y/o capital contable. Esto nos indica que lo más valioso que tienen son su gente, sus clientes, su cultura, su liderazgo, su innovación y, sin duda, su velocidad.
Autores: Salvador Alva
Título: Lo que un buen líder no debe delegar
Edita: Lid editorial
Páginas: 204