Mediante la monitorización del desempeño de sus empleados, una empresa pudo descubrir el caso de un programador que llevaba tres semanas sin salir de casa, sin ducharse ni tirar la basura y alimentándose mal. Se observó una caída importante y súbita de su rendimiento, lo que alertó a su jefe de equipo, que con el acompañamiento de la consultora especializada en alineamiento de salud mental con resultados empresariales Filingood, pudo definir una estrategia de actuación inmediata y un plan para ayudar a esa persona a salir del «agujero» en el que se encontraba.
El programador se recuperó en poco tiempo, se evitó una baja laboral y su trabajo volvió a niveles normales o incluso mejores en pocas semanas. Este episodio ocurrió hace nueve meses. «Hoy ese programador es líder de equipo de programadores, con mucho éxito», celebra la psicóloga clínica y cofundadora de Filingood.me, Anna Sibel.
La clave para poder revertir problemas de salud mental en la empresa, apunta Sibel, está en «usar tecnología que permita monitorizar niveles de rendimiento, especialmente en trabajos en remoto e individuales», así como «formar a los directivos para ver y entender las señales de alarma», además de contar con un plan de «actuación inmediata estratégica de rescate». Una vez recuperada la salud mental de la persona afectada recomienda «el acompañamiento desde el minuto uno postcrisis durante al menos dos meses» así como evitar todo tipo de «discriminación».
«En pleno siglo XXI es un gran avance que las empresas tengan conocimientos de neurociencia de las emociones, gestión del cambio, adaptación y autoconocimiento con el objetivo de aprender a gestionar las emociones. La clave es entender cómo cada persona reacciona ante el estrés», destaca Anna Sibel.
Identificar el estrés
El estrés es un proceso que se activa cuando existe un gran número de demandas del medio que superan nuestros recursos. Si además valoramos nuestras habilidades como insuficientes o los problemas como amenazas, «el proceso de estrés se agudiza», advierte Cristina Carro, psicóloga de Cuarzo y coautora del libro Ansiedad, entenderla y manejarla (Plataforma Editorial) junto al también psicólogo de Cuarzo Rubén Sanz.
Aunque el estrés, en principio, es positivo, ya que actúa como un solucionador de problemas que se pone en marcha para ayudarnos y dotarnos de los recursos necesarios para solventar con éxito nuestras exigencias y tareas del día a día, «se torna negativo cuando los estresores o demandas son excesivos y además no disponemos de los recursos necesarios o flaquea nuestra confianza en ellos para afrontarlos», añade Sanz.
Según Carro, el estrés laboral desencadena «reacciones fisiológicas, cognitivas y conductuales que se activan cuando hay aspectos deficitarios en la organización, estructura, requerimientos o ambiente relacional en el contexto de trabajo». Las dos variables que más generan «burnout o el síndrome de estar quemado en el trabajo» son «el déficit en el control sobre el proceso productivo» y «el bajo nivel de incentivos o recompensas a nuestro esfuerzo, es decir, un desajuste entre lo que damos y recibimos».
Cuando el estrés laboral se mantiene en el tiempo, es decir, «se cronifica y entramos en una fase de agotamiento pueden aparecer problemas físicos como cefaleas, tensión muscular, psoriasis, etc., e irremediablemente, una mezcolanza de emociones dónde la ansiedad es la respuesta emocional más característica, la que aparece con mayor frecuencia. Sin embargo, no es la única, también pueden aparecer otras como la tristeza o la ira», constata Sanz.
Las pautas
¿Qué pautas se pueden establecer para prevenir o reducir el estrés laboral? Entre las estrategias más básicas, Carro y Sanz apuntan:
- • Organización del tiempo: gestionar el tiempo del que se dispone, estableciendo horarios es fundamental para favorecer el descanso, no sufrir descuidos y olvidos importantes, así como seleccionar y priorizar las tareas cuando no se puede abarcar todo. No todo es importante y no deberíamos olvidarnos que la salud es lo primero, nada es más importante que eso. A veces invertimos nuestros sistemas de prioridades, haciendo que nuestras conductas pierdan sentido y potencial positivo para nuestra vida.
- • Realizar ejercicio físico: Siempre adaptado a la edad y condiciones de salud, reservando un tiempo para ellas. No hace falta ir al gimnasio, introducir actividad física en vida cotidiana puede ser una buena manera de empezar.
- • Descanso: dormir lo suficiente, entorno a siete u ocho horas como recomienda la Organización Mundial de la Salud, y de manera regular.
- • Establecer horarios y poner límites: diferenciar el tiempo de trabajo de la vida privada. Es importante en estos casos establecer límites: horas de descanso, fomentando las relaciones sociales como una alternativa al trabajo.
- • Limitar el uso de la tecnología: poner horarios límites en su uso es esencial para prevenir posibles estados de ansiedad.
- • Aprender a delegar: es importante diseñar y rediseñar funciones en los distintos puestos de trabajo, formar equipos y delegar adecuadamente.
- • Comunicar: establecer una comunicación asertiva puede prevenir errores y evitar conflictos. Asimismo, fomentar unas buenas relaciones con el entorno organizacional potencia una imagen positiva de la empresa.
Por último, «si el problema se desborda y la situación se cronifica, siempre es recomendable levantar la mano y pedir ayuda profesional», recuerda Carro.