Carlos González
Partner & Co-Founder de empathicwarriors
«La vida se desarrolla donde fluye la empatía», eso creo.
Llevamos semanas escuchando que debemos ser precavidos, prudentes, cuidadosos; que parece que estamos saliendo de la segunda ola y podría llegar la tercera sin, quizás, los recursos adecuados. O sin, todavía, habernos recuperado de la segunda —especialmente los sanitarios que están en primera línea—.
También oímos como políticos —sin ser coherentes, al menos en su forma de relacionarse con el resto del marco parlamentario— apelan a la empatía con todos los afectados por la pandemia y sus familias, con la ciudadanía, con todos los profesionales de las actividades esenciales, con los autónomos, desempleados, inmigrantes...
Otra palabra de moda es construir una sociedad resiliente para abordar la crisis, la del COVID y la de la economía de unos y la pobreza de otros...
Perplejo me quedo. Perplejo sigo
Creo que es hora de educar en la impermanencia como clave de la vida, sin promesas que mañana todo se habrá controlado. ¿Controlado? ¿El qué? Como decía los clásicos, forjadores de nuestra cultura, aunque parece que hemos olvidado su legado:
«Lo único que permanece es el cambio».
Creo que hay que educar en la realidad de la Historia: no se va a alcanzar una situación de equilibrio estático. Nunca. Ni en la vida personal, ni en la empresa, ni en la planetaria...
Nos quedan por delante meses de olas, de idas y venidas, de posibles fracasos y algunos éxitos antes de que salgamos de este período llamado COVID19.
No creo que sea respetuoso con la ciudanía, soberana, insinuar que la solución está a la vuelta de la esquina con las vacunas que empezarán a implantarse en enero a 7.000.000.000 de ciudadanos del Planeta. NO todos veremos la posible salvación en los próximos meses, muchos solo en años... Y eso si les llega alguna vez. Y, además, ¿qué pasará si el bichito muta? ¿o si se nos escapó algo en el proceso contra reloj por ser el primero en encontrar la vacuna?
Tampoco vale con decir, creo, que hay que ser prudentes y precavidos, y acabar decretando estados de alarma para salir de la segunda ola - siempre con la publicidad del miedo de que la tercera será peor. Parece que más que educación en la prudencia, sea en el miedo.
Tampoco se construye una sociedad más resiliente solo en base a ayudas, subvenciones, promesas de vacunas y centrando el discurso sobre educación en si la lengua castellana o vasca o catalana o suajili debe ser la vehicular.
Tampoco se potencia la empatía en una sociedad si no se escucha a la ciudadanía. O si se construyen enemigos, o si se polariza el mensaje para derrocar al otro... Creo que la ciudadanía está cansada de los rollos de enfrentar a unos contra otros, de no dar ejemplo del respeto (es decir, educación, amabilidad, transparencia, honestidad) del que el Congreso, y sus miembros, deberían ser sus máximos representantes y modelo a seguir.
Sigo perplejo. Cuantas palabras huecas de quienes tiene en deber de servir a sus soberanos: la ciudadanía.
Lo que necesitamos —eso creo profundamente— es más Mindfulness, más pensamiento crítico, más empatía y menos ministerios, menos decretos ley y menos televisiones y redes sociales que nos enseñan a vivir con miedo.
Llegará la tercera ola, y la cuarta, y la quinta.... Se llamarán COVID19, o recesión económica, o RECOVID - XXL, o accidente, o divorcio, o obsolescencia profesional, o despido... y todo lo anterior no nos habrá ayudado a ser más resilientes ni mas empáticos. Ni resiliencia ni empatía se inyectan ni se decretan.
Imaginemos un mundo de más Mindfulness, es decir, con una mente más calmada, con la atención más presente en el aquí y en el ahora, con procesos mentales y emociones más renovadoras...:
- ○ Que las sesiones del congreso empezaran con 20 minutitos de respiración consciente, equilibrando la mente y el corazón, para disponer de la serenidad necesaria para gobernar y para vivir con empatía hacia los que no piensan como tu.
- ○ Que los consejos de ministros, que las reuniones de los consejos de administración, que las sesiones de los comités de dirección... y así hasta las clases del parvulario empezaran con 20 minutitos de respiración consciente aprendiendo a equilibrar la mente y el corazón para enfocar con empatía, creatividad, con visión a largo plazo y foco en la sostenibilidad...
- ○ Que cada encuentro de amigos, familias, parejas, desconocidos... empezaran por unas profundas y sinceras respiraciones conscientes, deseándole al otro que sea feliz, que tenga salud, que esté sencillamente BIEN...
Que barato y que eficaz. La lo ha demostrado la ciencia. El Mindfulness es barato. Realmente es gratis.
A veces llego a pensar que no interesa educar a la ciudadanía para ser soberanos de sí mismos, para saber ser libres. Imaginemos millones de ciudadanos votantes que en vez de activados por el miedo a las siguientes olas se les animará —y se les enseñará— a discriminar la información, a relajarse, a que no se activen los sistemas defensivos de la amígdala, a que no se segregue cortisol a raudales... La educación es la llave a la libertad y no siempre se usa con ese fin; en demasiadas veces se convierte en cárcel para alimentar los intereses de unos y de otros.
Imaginemos millones de ciudadanos votantes que practican Mindfulness, que están entrenados en la empatía y en el pensamiento crítico:
- ○ Seríamos ciudadanos con menos cortisol y, por ello, probablemente, con sistemas inmunitario más capaces, más resilientes.
- ○ Seríamos ciudadanos con más empatía afiliativa y cognitiva, y, por ello, probablemente, con más solidaridad natural (propia de nuestra especie excepto si naces con alguna psicopatología). Seríamos capaces de, no ver en el otro como enemigo, sino, al contrario, como parte de mi propia naturaleza y futuro.
- ○ Seríamos ciudadanos menos volubles, menos manipulables y mucho más exigentes con como se nos cuentan los hechos, los diagnósticos y las soluciones.
Sigo perplejo. No será siempre mejor una sociedad soberana construida sobre la empatía, el pensamiento crítico y la resiliencia que una sociedad dirigida desde el miedo y polarizada.
Por favor, dicho esto: «No practiques el Mindfulness, quizás puedas descubrir algo demasiado valioso».